El Pecado
de
Sobrevivir
No conozco a ningún naufrago que, tras nueve meses de navegar en una panga no mayor de nueve metros, al capricho de las corrientes en el Océano Pacífico, sobreviva gracias a que fue encontrado por un barco pesquero. Entonces, no tengo un punto de referencia real, de cual sería la imagen con la que debería encontrarme en ese preciso momento.
Las novelas y las películas, más estas últimas porque llegan a un mayor número de personas que los libros y, sus imágenes se ven en la pantalla, grande o chica, listas, sin necesidad de un condimento más, han contribuido a la creación, en la mente del espectador, de una imagen de náufrago, en la que no puede faltar pelo y barba larga; los efectos de la desnutrición reflejada en un cuerpo casi esquelético y, los momentos en que la cordura tiende a perderse en los laberintos de la locura.
Si se suponen extraviados mar adentro, las imágenes son de rostros ampollados con buenos efectos de maquillaje, despellejados; de seres sedientos porque del cielo caen rayos de sol, pero no agua para beber.
Hace pocas semanas, vimos en la televisión un programa basado en la vida real de un grupo que sobrevive al naufragio de su embarcación. Dos o tres de ellos, acaban por lanzarse al mar después de beber de sus aguas y perder la razón y, la pareja que sobrevive, apenas puede mover un músculo de su cuerpo. Finalmente, dos, fueron rescatados en condiciones más que lamentables.
¿Cuál fue el comentario más redundante que recibimos al hacerse públicas las primeras imágenes de los tres náufragos mexicanos? Que no parecían náufragos.
¿Qué se quería ver? Sin duda, las imágenes que forman parte de una película.
El escritor inglés Daniel Defoe, nos heredó su famoso “Robinson Crusoe”, basada en las peripecias de Alexander Selkirk, quien durante varios años vivió en una isla del Pacífico.
Una película de Tom Hanks, “El Naufrago”, nos presentó no hace mucho, una imagen de naufrago, con su pelo y su barba larga.
¿Qué no hace creíble la historia de los pescadores mexicanos Salvador Ordoñez Vásquez, Lucio Rendón Becerra y Jesús Eduardo Vidaña López? Que las fotografías y las imágenes que hasta el momento vemos en la televisión, corresponden a días después de que fueron rescatados por el pesquero de Taiwan, al norte de Australia, cerca de las Islas Marshall.
Tal vez los tiempos modernos vuelven a muchos desconfiados, incrédulos y, sencillo, precavidos cuando se trata de historias fantásticas. Para aceptar que es una realidad, se quiere ver a unos náufragos destrozados en lo físico y en lo mental, desquiciados, es más, dentro de la locura, al grado de no saber quienes son o, que ni siquiera acepten que son seres humanos.
Daniel Defoe, nunca tuvo la necesidad de preguntarse si el personaje real, en el que basó su novela, porque por supuesto que hubo parte de su imaginación en ella, se dedicaba al narcotráfico. Ahora, tal parece que es una pregunta obligada cuando se vive algo fuera de la realidad en tierra, aire o mar.
Se quiere ver a unos náufragos perseguidos por la Procuraduría General de la República. Obligada la pregunta si consumieron la carne de sus dos compañeros fallecidos a pocos meses de iniciada la odisea, pero además, cuando menos en México, se duda de la veracidad de su aventura.
Se va más allá, cuando hay quienes protestan, porque el público en general pone más atención a los náufragos que a la situación política creada y vivida por el propio Andrés Manuel López Obrador.
En serio y en broma, porque esto sí que nos parece una broma, se asegura que es un complot para distraer al pueblo. Aquí sería para distraer al mundo, porque es una buena parte del mundo la que está atenta a dicha aventura.
Y si es una idea del Presidente Vicente Fox Quesada, ¡caramba! Que acierto.
Imaginamos, repito, imaginamos, a un barco mexicano llevando a cinco pescadores y su lancha sin nombre, mucho menos con registro, para soltarlos cerca de las Islas Marsall. ¡Qué buena idea! Bueno, dos de los pescadores, se cayeron y murieron aplastados por la panga, pero esto, por supuesto que no se puede decir, porque es secreto de Estado...
Si es una historia inventada la de los náufragos mexicanos rescatados, qué fantástica, porque medio mundo está al pendiente de ella. Si es verdadera, mucho nos falta por saber, más allá de las respuesta a si son narcotraficantes, mentirosos dispuestos a someterse a un detector de mentiras o caníbales modernos.
Una buena idea: Falta que digan que son prófugos del penal que opera en las Islas Marías, también en el Océano Pacífico y que, su plan era llegar a Australia.
Mientras no se demuestre lo contrario, hay que creer en que tres pescadores mexicanos: Salvador Ordoñez Vásquez, Lucio Rendón Becerra y Jesús Eduardo Vidaña López, vivieron la más grande aventura jamás contada.
Pero, tal parece que cometieron un gran pecado:
Sobrevivir.
Fotografía: Isla de los Padres