martes, julio 21, 2009

Apolo 11
Cuarenta años después

Cuarenta años después, vi las mismas imágenes: El hombre llegando a la luna.
En aquella ocasión, sentado ante un televisor que nada tenía que ver con la tecnología moderna –en nitidez, en tamaño, menos en color–, observé con asombro como Neil Armstrong se convertía en el primer ser humano en pisar el satélite de la tierra. Al descender del “Eagle” –no recuerdo haberme fijado aquel día, en el nombre de la nave de descenso–. La tripulación del Apolo 11 la integraban, además –justo es mencionarlos aunque esté más que difundido–, Edwin E. “Buzz” Aldrin y Michael Collins. Era una carrera entre dos potencias y, la ganó Estados Unidos. Perdió, conocido es, la ahora desaparecida Unión Soviética –URSS.
Por aquellos años, hasta los niños de primaria hablaban de alunizaje, del Apolo 11, no se diga que se conocían los nombres completos de los tres astronautas. De cuales fueron los que caminaron sobre la superficie lunar y quien se quedó en el módulo de mando.
Y se hizo famosa la frase de Armstrong: “Este es un pequeño paso para un hombre, pero un gran paso para la humanidad”. También encontramos la traducción: “Este es un pequeño paso para un hombre, un salto gigantesco para la humanidad”.
El programa relacionado con el alunizaje, lo vimos con otros ojos en History Channel. Encontramos más información ¿acaso la olvidamos o nos pasó desapercibida aquel 20 de julio de 1969? Ahora, no estaba el asombro. Le sustituyó la inquietud por comprobar algo de aquello que afirman los escépticos: De que el hombre, nunca llegó a la luna. ¿Pruebas? Que la bandera ondea, cuando se supone que en la luna no hay viento; que no tenían por qué dejar huellas tan nítidas los astronautas –Armstrong y Aldrin–; que no tenía por qué haber reflejos de imágenes en el casco de Armstrong y, con seguridad dicen que no es el famoso “Mar de la Tranquilidad”, ni están cerca de él. Hasta el contenido gramatical de la frase pronunciada por Armstrong, ha entrado en discusión porque se afirma que, lo dicho por él en la luna, no se escuchó igual en la tierra y, “se comió” una “a” antes de “man”. “That’s one small step for a man, one giant leap for mankind”. La NASA y él, siempre aseguraron que fue pronunciada. Por si se tenía alguna duda, la tecnología moderna, confirmó que la famosa “a”, sí fue pronunciada.
Cuarenta años después, el alunizaje del Apolo 11, por muy diferentes motivos, nos mantuvo interesados. Por lo pronto pensemos que todo fue verdad y no un trabajo de Stanley Kubrick, para engañar al mundo.

sábado, julio 11, 2009

“Drop”
de Koji Suzuki

Leer o limpiarse. Aquí el dilema.
“Drop” –Gota, en castellano–, del escritor japonés Koji Suzuki, ha vendido ochenta mil ejemplares y va rumbo a convertirse en un verdadero éxito –léase “best–seller”–.
La novela corta, consta de dos mil palabras, escritas –en japonés hasta el momento– en ochenta y ocho centímetros de papel.
¿Qué tiene de extraño? ¡Que está impresa en papel higiénico!
Que viene en rollo. Que en lugar de portada, cuenta con una envoltura diseñada. Que no fue publicada por ninguna editorial, sino por una empresa papelera: Hayashi Paper. Que se vende en tiendas de autoservicio y, por supuesto, también en librerías. Que es una novela de terror que se desarrolla en un baño público, pequeño, de Japón y que, se supone, el lugar ideal para leerse es… el excusado.
Su precio, el equivalente a un poco más de dos dólares.
Se podrá pensar. ¿Cuánto tiempo se requiere para leer dos mil palabras? Sin prisa, por supuesto, porque se está en un excusado. ¿Qué sucede si no se termina de leer la novela, en un baño público, porque tocan la puerta con desesperación e insistencia? ¿Se aplica la ley de los oídos sordos, aunque a la salida le recuerden a toda la familia con palabras nada amables? ¿Se lleva al rollo de papel porque se está más que emocionado con la lectura, dejando en aprietos a quien le sigue?
Entonces sería bueno enterarse de que la novela se repite treinta y cuatro veces en un rollo. Que, sin ser egoísta, hay para los que entrarán después. Cierto es que, se perderá un poco de tiempo en calcular hasta dónde llegan los ochenta y ocho centímetros; cortar, limpiarse con lo leído y, discreta o en forma descarada –que más da si se está sólo dentro de un baño–, guardarse el resto para leerla más tarde, en el excusado de la casa, con toda comodidad y calma.
Dejemos que vuele un poco la imaginación. Se publica una novela larga, de terror claro está, en papel higiénico. ¿Se imprimirá en un rollo gigante de esos que se colocan en algunos baños públicos?
Si es en tamaño normal, de seguro se llegaría a la tienda de autoservicio o a la librería, para preguntar: ‘¿Llegó el rollo número cinco’?…”.
Sin mucho esfuerzo, en casa, se pueden matar dos pájaros de un tiro: Satisfacer el gusto por leer en un excusado y, la necesidad de limpiarse.

Cuba

Ver pasar el tiempo

Cuba, provoca expectación y comentarios.
Y, más temprano que tarde se manifiesta una inquietud: Conocer la isla. Al menos, una parte: La Habana.
La huella de un pasado todavía no lejano, que destaca en el presente. Que se adentra en un futuro aún incierto.
En algunos casos, el tiempo hizo una pausa larga en Cuba. En otros, avanza con rapidez inusitada hasta alcanzar primeros lugares.
Su arquitectura acariciada por los años, vibra por dentro. Con las huellas de las caricias afuera.
Construcciones de impacto de cerca y de lejos. En conjunto, una armonía histórica.
Tormenta en El Morro