miércoles, abril 19, 2017



El Volcán Poás

KASIYAS

Leí la noticia el martes 18 de abril: El Volcán Poás, dejó su calma y entró en una etapa de erupciones, al grado de ser considerado por vulcanólogos, como “muy peligroso”.
Y recordé cuando estuve ahí, a finales de un mes de julio.
Ubicado en el Parque nacional Volcán Poás, en la Provincia de Alajuela, de Costa Rica y, con una altura que alcanza los 2,700 metros, parece tener una complicidad de ocultamiento con las nubes, porque cubren su cráter buena parte del tiempo.
De esto me enteré después de visitarlo, de observar el vapor que emana y respirar algo de los gases que despide.
Me ubiqué en una especie de mirador y, sorpresa: área despejada.
Las nubes estaban cerca, pero no encima, así que, busqué una mejor posición. La encontré. Accioné la cámara. Una… dos fotos… tres. Y las nubes empezaron a cobijarlo.
Ese día, llegaban al lugar, más visitantes.
Abordé el vehículo que me transportaba y, cuando disfrutaba de un jugo de frutas en lugar próximo, se acercó el guía y me preguntó si logré tomar la fotografía del volcán, sin nubes. Respondí que sí. Me pidió se la mostrara y lo hice. No sabía qué sucedía. Tampoco pregunté.
Me pidió si la enseñaría a un guía, amigo suyo. Acepté sin problema y más calmado.
Se acercó su amigo, miró la pantalla de la cámara. Sonrió. Me dio una palmada en la espalda, mientras decía: “Me salvaste”. Luego, me solicitó, casi con un tono de ruego, que mostrara la imagen a otras personas, Acepté. Los llamó y vieron la fotografía en la pantalla pequeña de la cámara.
Hablaban castellano y portugués… En español, me felicitaron por haber logrado la fotografía y, en portugués, no sé que tanto conversaban.
¿Qué sucedió?
Resulta que era el tercer día que el grupo pagaba al guía, por ir al Volcán Poás y, las tres veces, estaba cubierto por las nubes. Se encontraban molestos. Hasta cierto punto engañados, pero, al observar mi fotografía, aceptaron que, con un poco de suerte y la colaboración de las nubes, se podría observar el cráter, las emisiones  y hasta captar el olor desagradable de los gases que escapan.
Al día siguiente, en San José, acudí a la Librería Internacional y compré dos libros de fotografía, de Michael Freeman.  Por la noche, en el hotel, hojeaba “Fotografía digital de paisaje”. En la página 115, estaba una fotografía del Volcán Poás. En el pie de grabado, el autor explica: “Tuvieron que pasar tres días para que la densa nube se disipara y el cráter se hiciera visible”.
Me levanté. Saqué la cámara de la mochila y observé la foto. Sonreí.
La buena suerte me regaló diez minutos y logré una fotografía del Volcán Poás, ahora, en abril de 2017, considerado: “Muy peligroso”.

Fotografía: “El Volcán Poás”.