El Volcán Poás
KASIYAS
Leí la noticia el martes 18 de abril: El Volcán Poás, dejó
su calma y entró en una etapa de erupciones, al grado de ser considerado por
vulcanólogos, como “muy peligroso”.
Y recordé cuando estuve ahí, a finales de un mes de julio.
Ubicado en el Parque nacional Volcán Poás, en la Provincia
de Alajuela, de Costa Rica y, con una altura que alcanza los 2,700 metros, parece
tener una complicidad de ocultamiento con las nubes, porque cubren su cráter
buena parte del tiempo.
De esto me enteré después de visitarlo, de observar el vapor
que emana y respirar algo de los gases que despide.
Me ubiqué en una especie de mirador y, sorpresa: área
despejada.
Las nubes estaban cerca, pero no encima, así que, busqué una
mejor posición. La encontré. Accioné la cámara. Una… dos fotos… tres. Y las
nubes empezaron a cobijarlo.
Ese día, llegaban al lugar, más visitantes.
Abordé el vehículo que me transportaba y, cuando disfrutaba
de un jugo de frutas en lugar próximo, se acercó el guía y me preguntó si logré
tomar la fotografía del volcán, sin nubes. Respondí que sí. Me pidió se la mostrara
y lo hice. No sabía qué sucedía. Tampoco pregunté.
Me pidió si la enseñaría a un guía, amigo suyo. Acepté sin
problema y más calmado.
Se acercó su amigo, miró la pantalla de la cámara. Sonrió.
Me dio una palmada en la espalda, mientras decía: “Me salvaste”. Luego, me
solicitó, casi con un tono de ruego, que mostrara la imagen a otras personas,
Acepté. Los llamó y vieron la fotografía en la pantalla pequeña de la cámara.
Hablaban castellano y portugués… En español, me felicitaron
por haber logrado la fotografía y, en portugués, no sé que tanto conversaban.
¿Qué sucedió?
Resulta que era el tercer día que el grupo pagaba al guía,
por ir al Volcán Poás y, las tres veces, estaba cubierto por las nubes. Se
encontraban molestos. Hasta cierto punto engañados, pero, al observar mi
fotografía, aceptaron que, con un poco de suerte y la colaboración de las
nubes, se podría observar el cráter, las emisiones y hasta captar el olor desagradable de los
gases que escapan.
Al día siguiente, en San José, acudí a la Librería
Internacional y compré dos libros de fotografía, de Michael Freeman. Por la noche, en el hotel, hojeaba “Fotografía
digital de paisaje”. En la página 115, estaba una fotografía del Volcán Poás. En
el pie de grabado, el autor explica: “Tuvieron que pasar tres días para que la
densa nube se disipara y el cráter se hiciera visible”.
Me levanté. Saqué la cámara de la mochila y observé la foto.
Sonreí.
La buena suerte me regaló diez minutos y logré una fotografía
del Volcán Poás, ahora, en abril de 2017, considerado: “Muy peligroso”.
Fotografía: “El Volcán Poás”.