sábado, julio 17, 2010

El castigo

Francisco Pérez Tejada Padilla,
Alcalde Electo de Mexicali, Baja California.

El espacio de la oficina daba la sensación de reducirse a medida de que entraba gente. Y más gente. Al frente –al menos en ese instante se le podría considerar el frente–, la voz del delegado del Partido Revolucionario Institucional en Baja California, Heriberto Ramos Salas, anunciaba triunfos de munícipes. De diputados.
Se respiraba un fuerte olor a ropa asoleada en pleno verano. A gente que sudó en la calle. A espacio sofocado. A sudor que empapaba, en ese instante, prendas de vestir. Femeninas. Masculinas.
Nada importaba. Los priístas festejaban el triunfo.
Los periodistas, apretujados, en una zona reducida.
Francisco Pérez Tejada Padilla, sonreía. Reía. Abrazaba. Posaba para la fotografía del recuerdo. Se dejaba abrazar. Era besado por mujeres priístas…
Era la noche del domingo 4 de julio de 2010, en el tercer piso del edificio del Partido Revolucionario Institucional.

El anuncio de las tendencias favorables.
Era la misma noche del 4 de julio, en las instalaciones municipales del Partido Acción Nacional, en la calzada Cuauhtémoc, en Mexicali, Baja California.
En la zona del estacionamiento, preparado para un gran festejo, poca gente. Sin música. Algunas personas de pie, conversaban. El resto se había retirado. Alrededor, en la vía pública, sin problema se podían encontrar espacios para estacionar vehículos.
Poco después de las once de la noche, Andrés de la Rosa Anaya, dirigente de Acción Nacional en la entidad, aceptó ante la prensa que los resultados con los que se contaba hasta esa hora, no eran favorables para la coalición Alianza por Baja California, integrada por los partidos Acción Nacional, Nueva Alianza y Encuentro Social, al menos en cuatro alcaldías y varias de las diputaciones. Se reservó hablar de resultados en el municipio de Mexicali. Había una esperanza.
El candidato a la Presidencia Municipal de Mexicali, Raúl López Moreno, no estuvo presente. Fue hasta el día siguiente cuando se encontró con la prensa. Y, aceptó su derrota.

Raúl López Moreno, candidato de la
coalición Alianza por Baja California, perdió.
Es innegable que los ciudadanos se cansaron de una administración pública en manos de panistas. Y, sus mejores armas para despedirlos en paz: El abstencionismo. El voto de castigo.
Acabaron con los munícipes y la mayoría de los diputados locales de Acción Nacional –trece de dieciséis–. Se puede asegurar, sin temor a la equivocación que la mira de los priístas, está puesta desde ese domingo 4 de julio de 2010, en la silla del Gobernador de Baja California, ocupada en la actualidad, por José Guadalupe Osuna Millán.
Antes, por supuesto, a nivel nacional, tienen en la mira la Presidencia de la República. Están crecidos.
¿Qué pasó, si durante más de veinte años los triunfos panistas, impedían a los priístas la recuperación de los espacios perdidos a partir de 1989, cuando les ganó la gubernatura Ernesto Ruffo Appel?
¿Qué provocó éste cambio radical en la política de Baja California, donde hace un año ganaron todos los candidatos de Acción Nacional a diputados federales?
En primer lugar, exceso de confianza en el PAN. Muchos se consideraron invencibles y hubo incapacidad para detectar la posibilidad de una creciente inconformidad en la población ante un estilo de gobernar y ante la clase de atención que se le presta a sus problemas o, la solución que se da a los mismos.
No falta quien califique a los panistas de insensibles y, hasta de soberbios. Se generaliza, aunque no sean todos así.
Y no es hacer leña del árbol caído.
En análisis frío, que de seguro se hace dentro de Acción Nacional en Baja California, llegará a más de las conclusiones que se pudieran mencionar en este espacio.

Después de emitir su voto.
Los números son fríos. Detectarán que a pesar del invencible abstencionismo –que también acabó con los buenos deseos del ingeniero Enrique Carlos Blancas de la Cruz, Consejero Presidente del Consejo General Electoral del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana. Un tema que también merece análisis–, los priístas –en su coalición con el Partido Verde Ecologista de México– reunieron suficientes votos para acabar con los candidatos panistas que, comprobado está, a su vez, perdieron en esta ocasión, miles de votantes.
¿Por qué?
Las diferencias internas en Acción Nacional.
Antes se unían al momento de seleccionar candidatos e ir a las urnas, porque no sobraban candidatos. Luego los hubo y ganaron en las urnas. Entonces empezaron las pugnas por las posiciones y surgieron también las diferencias irreconciliables.
Y hay algo más.
Algunos factores podrán parecer sencillos y les encontrarán justificación si no se quiere aceptar la realidad.
¿Se atendieron a fondo los serios problemas provocados por el terremoto del 4 de abril pasado, en la ciudad y en el Valle de Mexicali?
El catarrito convertido en pulmonía cantado por el Gobierno Federal.
Los acuerdos tomados en el Distrito Federal, sin tomar en consideración sus efectos negativos en Baja California y la falta de una intervención del Gobierno del Estado para que no se apliquen.
La inseguridad.
El querer ocultar realidades.
Un ejemplo, el edificio que colapsó en el Centro Cívico de Mexicali el día del terremoto y que se convirtió en “atractivo turístico”, pero se ocultó información respecto a los motivos que provocaron –además del fenómeno natural– que se viniera abajo. A la gente le disgustó ese ocultamiento de la verdad.
Una postura así, era criticada por los panistas cuando eran oposición.

Fernanda Schroeder,
Francisco Pérez Tejada Padilla

y Carmen Frías.

Algo que pudiera parecer sencillo que afecta a miles de mexicalenses que utilizan el transporte público y, que también votan. Les cobran un servicio de primera cuando ni siquiera llega a segunda y, nadie hace nada para terminar con los abusos y el mal servicio que presta una buena parte de los transportistas.
La imagen negativa que dieron dos diputados panistas del Congreso del Estado: Víctor González Ortega y Juan Manuel Molina García, cuyos escándalos, diferentes entre sí, pero al fin escándalos públicos, dejaron mucho que desear en la comunidad.
La falta de atención oportuna a las demandas de los trigueros del Valle de Mexicali. Justas o injustas, no se atendieron hasta que el problema se volvió crítico cuando se apostaron en los mismos terrenos del Centro de Gobierno.
Y se pueden seguir mencionando posibles motivos que, de seguro, los panistas que desean conocer ahora una cruda realidad, tienen anotado desde el mismo domingo 4 de julio, por la noche.
Por lo pronto, a nivel administración pública, el Gobernador José Guadalupe Osuna Millán y el Alcalde de Mexicali Rodolfo Valdez Gutiérrez, aceptaron tener parte de culpa en los resultados electorales. Valdez Gutiérrez, poco podrá hacer para remediar, con el tiempo que le queda en el cargo, pero el Gobernador del Estado, tiene todavía la oportunidad de hacer cambios en su plan de gobierno y, no es de dudarse, que hasta se vea en la necesidad de hacer cambios en su gabinete, para mejorar su estilo de gobernar.

El alcalde Rodolfo Valdez Gutiérrez
y su esposa Laura
.

Y, hablando de colaboradores.
Es necesario que reconozcan sus errores aquellos funcionarios que construyeron sus imperios sobre un ladrillo –no sobre dos porque se marean–, forrado de cuatro paredes y, que no cumplieron con sus obligaciones como parte de un equipo, por tomar decisiones arbitrarias o, tratar al ciudadano como si le hicieran un favor, porque esas acciones de prepotencia y desprecio, les hacían sentirse fuertes y poderosos, olvidándose de que sus puestos son temporales y que sería calificado su trabajo.
A su vez, los priístas triunfadores, deben recordar que no ganaron por ser los mejores, sino porque los ciudadanos, aunque sea en un porcentaje reducido el que salió a votar, decidieron que no soportarían más la administración panista. Se vengaron en la urna y con su voto de castigo manifestaron la inconformidad.
El ciudadano castigó a los panistas, como en su momento también castigó hace veintiún años, a los priístas.
No está de más, que recuerden al ejercer su función, las palabras de la dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional, Beatriz Paredes Rangel –mencionadas por Enrique Pelayo Torres, ahora Alcalde Electo de Ensenada–, en el sentido de que sean prudentes, sencillos y humildes. Que no sean prepotentes.
Y es mejor que no las olviden, porque el ejemplo de qué puede suceder en un próximo proceso electoral, lo tienen en el pasado 4 de julio de 2010:
El ciudadano sabe que su voto, también es de castigo.