domingo, marzo 28, 2010

El descrédito
(El caso del diputado
Víctor González Ortega)

Víctor González Ortega

Veintiséis días después de una borrachera, se inició el escándalo.Aunado, el descrédito.
Y, en poco más de 24 horas transcurridas –no todas hábiles–, entre el viernes 19 y el sábado 20 de marzo de 2010, se difundió en la televisión la imagen de un embriagado Presidente del Congreso del Estado de Baja California, que se vio obligado a solicitar licencia por quince días y, por supuesto, dejar su cargo de Presidente.Quedó ante la opinión pública, además del reprochable comportamiento de un diputado de Baja California, la posible existencia del tráfico de influencias. El ocultamiento –al menos hasta el momento– o manipulación de evidencia, en este caso, de supuesta droga. Las declaraciones poco acertadas de autoridades municipales. El que un agente de la policía municipal fuera suspendido por escrito antes de detectar al legislador en la vía pública en estado de embriaguez y, se aplicara la suspensión después de los hechos, lo cual estimula la especulación al máximo.
Además del descrédito que cubre diferentes ámbitos de la administración pública, pueden tenerse efectos negativos o positivos, según desde el partido político que se vea, en un proceso electoral que se encuentra en su etapa de elección de candidatos a munícipes y legisladores estatales.Sin duda, la suciedad salpica.
En algunos señalamientos, alcanza a uno de los precandidatos del Partido Acción Nacional. Sus adversarios ubicados en otros partidos, aprovechan la ocasión, porque les pusieron la sopa en bandeja de plata.
Y, podrán caer más cabezas, aparte de la de Luis Felipe Chan Baltazar, ahora ex subdirector de Seguridad Pública Municipal, cuya renuncia, aunque sea voluntaria, así se dio a conocer en forma oficial, alimenta la especulación y, se piensa en la aplicación de la Ley de Hilados y Tejidos, Artículo Primero: El hilo se rompe por lo más delgado.
También la clásica: Alguien tiene que pagar los platos rotos, aunque no sea la persona que los rompió.
Vamos por partes.
El viernes 19 marzo, se difundió un video en el programa “Café Político”, a cargo de Víctor Islas Parra, Carlos Estrada Charles y Hugo Ruvalcaba. No es un video cualquiera –ahora se encuentra en You Tube, junto con otros relacionados con el tema–, porque aparece el diputado Víctor González Ortega, Presidente del Congreso del Estado de Baja California, en un indiscutible estado de embriaguez.
Eso no es todo.Dentro del vehículo oficial, se localiza un arma que, al final de cuentas resulta que no es arma de fuego, sino de postas –según se aclara en ese mismo momento en la filmación–, lo cual no es ningún delito. Además, dos envoltorios con droga los cuales no se ven en el video y que, cuando el agente policiaco habla de ello –“bastante droga” expone sin aparecer la misma– el legislador le responde “eso sí es lo que me chinga”, con lo que da a suponer que le pertenece. Al menos, es una de las interpretaciones que se le puede dar.
Y empieza lo sorprendente. La serie de circunstancias increíbles que invitan a la sospecha y especulación y en las qué, sin duda, un buen abogado encontraría elementos de sobra para que su cliente, Víctor González Ortega, sea declarado inocente.

Solicitó licencia por quince días.

Antes las circunstancias, las preguntas surgen en cantidades industriales.
El vehículo donde se encontraba el legislador, estaba estacionado a metros de su casa. ¿Por qué fue abordado por los agentes policíacos? ¿Cuál fue la infracción que cometió?
Se asegura que atendieron a una denuncia anónima en relación con una persona sospechosa, que portaba armas de fuego. ¿En realidad esa fue la intención de la denuncia anónima? ¿Existió?
¿Quién ordenó que se dejara en libertad al diputado en activo a pesar de que se encontró en su vehículo la supuesta droga?
¿Quién dijo que su fuero para expresarse y actuar con toda libertad, en su cargo, le permite traer en su vehículo oficial propiedad del Congreso del Estado “bastante droga” y lo dejaron ir sin presentarlo ante la autoridad que corresponda?
Aunque jamás se dice que estaba en posesión de ella. Esto es importante.
El mismo agente de Seguridad Pública Municipal, Hugo Alberto López Ávalos, ha ratificado que la supuesta droga se localizó en la unidad, donde se encontraba González Ortega.
Y se dan las acciones asombrosas: A pesar de lo anterior, se da una orden de que no se detenga al diputado. No existe ningún documento oficial –un parte informativo– donde se consigne el encuentro con la policía, salvo una tarjeta, escrita por el agente antes mencionado, de la que en forma oficial, nada se sabe.
¿Por qué el alcalde Rodolfo Valdez Gutiérrez, no estaba enterado de dicha situación tan especial?
Suponiendo sin conceder. De estar enterado: ¿Por qué no fueron corregidos los errores y se habló de la situación hasta que se difundió el ahora famoso video? En otras palabras, cuando era imposible detener el escándalo y el descrédito que afecta de lleno a la administración municipal de Mexicali.
Y siguen y siguen muchas preguntas:
¿En dónde quedaron los envoltorios, pelotas, paquetes, grandes o pequeños, del tamaño que sean, que contenían las supuestas sustancias tóxicas?
¿Se puede asegurar, de aparecer, que son las mismas que se encontraron en el vehículo de Víctor González Ortega?
El mismo González Ortega podría decir que en su vida las vio. Y que ese día, andaba tan tomado que aseguró la destrucción de un cristal del vehículo que, se encontraba bajado. Podrá decir que ni cuenta se dio de qué le hablaban. Menos qué respondía.
Y algo más que incrementa la imaginación:
Resulta que el Síndico Procurador del XIX Ayuntamiento de Mexicali, David de la Rosa Anaya, hace público que el agente Hugo Alberto López Ávalos, se encuentra suspendido y saca una lista con todo el mal comportamiento del elemento, aclarando que la orden de suspensión se giró el 19 de febrero del presente año. Dos días antes del encuentro con el diputado González Ortega, pero que le fue notificada después de los hechos, sin que tenga ninguna relación con los mismos.
El descrédito crece día a día y salpica.
No se quedó sólo con Víctor González Ortega que desencadenó una situación crítica. Alcanzó el Poder Legislativo de Baja California, porque en ese momento era el Presidente. A los partidos políticos, en especial, por supuesto, al Partido Acción Nacional que ha pugnado por un cambio. A la administración municipal que habla de la transparencia. A los mexicalenses. A los bajacalifornianos en general al difundirse los bochornosos sucesos, en cadena nacional, tanto en radio como en televisión.
Así se quiera hablar de acciones positivas en la entidad, el descrédito las opaca.
No hay la menor duda: Por intentar cubrir una realidad, el engrudo de les hizo bolas.